18.5.14

Fabula: El Maestro y el Alacrán

Por el sendero de un hermoso bosque, un viejo maestro Zen caminaba en silencio junto a su joven discípulo. Al llegar a un riachuelo, divisaron cerca de la orilla a un escorpión que había caído al agua y luchaba por su vida. 

El maestro se acercó, alargó su brazo y tomó el animal para sacarlo del agua, pero de inmediato el alacrán lo picó. El dolor fue grande que al sacudir la mano, el maestro dejó caer al alacrán al agua.

Sin pensarlo dos veces, el maestro se volvió sumergir su mano en el agua para salvar al alacrán, pero una vez más el alacrán lo picó y este a su vez volvió a caer al agua. Tras frotarse la segunda herida, el maestro se agachó nuevamente, pero justo antes de introducir su mano en el agua, su discípulo lo detuvo tomándolo por el hombro y le dice:

- ¡Maestro, no vuelva a agarrar al alacrán, lo va a picar otra vez!, además, ¿cuál es su empeño en salvar a ese animal tan malvado? ¿Qué no se da cuenta que este no le agradece su intención de salvarle?

A lo que el maestro tranquilamente respondió:

- Querido amigo, el alacrán me ha picado porque eso está en su naturaleza. Sin importar cuales sean las circunstancias, su instinto será siempre el de defenderse picando a cualquier otro animal que se le acerque. En cambio, yo estoy llamado a amar a la naturaleza, por lo tanto a tratar de salvarlo, porque eso está en mi naturaleza. Muy mal haría yo en dejarme influenciar por su naturaleza, dejando la mía de lado; en renunciar a hacer el bien solamente porque a otro no le gusta o no está de acuerdo; en comportarme de maneras distintas según las circunstancias en lugar de ser siempre auténtico.

- Lo que sí puedo hacer – dijo el maestro – a la vez que tomaba una hoja que pasaba flotando – es buscar las herramientas necesarias, para no ir en contra de mi naturaleza y no salir afectado por la naturaleza del alacrán. - y con ella levantó por tercera vez al alacrán para salvarle la vida y lo coloco en la orilla para que este escapara.


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