26.5.11

El Elefante Encadenado


Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante; que como mas tarde supe, era también el animal preferido por casi todos los niños.
Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... pero después de la actuación y hasta un poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo sujeto con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la suelo. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que un animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente: ¿Qué lo sujeta? ¿Por qué no huye?
Cuando yo tenía cinco o seis años, todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Y entonces pregunté a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: - Si esta amaestrado, ¿por qué lo encadenan?
La verdad es que no recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo olvide del misterio del elefante y la estaca... y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años descubrí (por suerte para mí), que alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida, desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó, tratando de soltarse. A pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguió. Porque aquella estaca; era realmente demasiado dura para él.
Imagine que el elefantito se dormía agotado y que al día siguiente volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Hasta que un día, un día terrible para su historia, el animal acepto su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree (pobre) que NO PUEDE.
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió realmente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. ¡Jamás... jamás... intentó volver a poner a prueba su fuerza!

Jorge Bucay

24.5.11

El Perro y el Hueso

Un hombre que se tomaba el café en el porche de su casa observaba como todos los días un perro pasaba por delante de él. El perro le recordaba a una mascota de su niñez. La primera vez que el hombre vio al perro estaba espléndido, con un pelaje sano y brillante; era espabilado y caminaba con soltura. El simple hecho de ver al perro cada mañana le proporcionó un placer.

Pero poco a poco, se daba cuenta de que la condición del perro se deterioraba. Parecía que tenía cada vez menos y menos energía; su pelo había empezado a caerse. Cuando vio que salían llagas en su cuerpo el hombre decidió investigar. Siguió al perro y le encontró masticando un hueso que estaba cubierto de pinchos puntiagudos. Fascinado, el hombre se dio cuenta de que los pinchos estaban lesionando las encías y labios del perro haciendo que sangraran. Asustado, el hombre intentó quitarle el hueso al perro pero el perro gruñó de manera amenazante para defender su hueso.

El hombre se quedó desconcertado al observar que a pesar del daño que obviamente sufría al masticar el hueso, continuaba masticándolo con ganas y placer. Su desconcierto cambió poco a poco al darse cuenta de que el pobre perro iluso estaba saboreando y disfrutando el sabor de la sangre que creía erróneamente que salía del hueso.

El perro creía que el hueso le daba algún auténtico beneficio o placer, hasta el punto de luchar para defenderlo. Es lo mismo con cualquier adicción. Hasta que no lo veamos por lo que verdaderamente es, no podremos ser nunca libres. La libertad es el resultado natural de una percepción correcta.

16.5.11

Los dos lobos


Un niño se acerca a su abuelo sabio y le pregunta ¿Cuál es el secreto de la vida?
El abuelo lo mira con profundidad y le dice acercándose:

- El secreto es saber existe una pelea dentro de cada uno de nosotros. Es una terrible pelea entre dos lobos.
- Uno de los lobos es la maldad, el temor, la ira, la envidia, el dolor, el rencor, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, la mentira, el orgullo, el egoísmo , la competencia y la superioridad
- El otro lobo, es la bondad, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la dulzura, la generosidad, la benevolencia, la amistad, la sinceridad, la sencillez, la misericordia, la verdad, la solidaridad, la compasión y la fe.

El nieto pensó sobre esto un momento. Y le pregunto.
- ¿Qué lobo ganara esta pelea?
El abuelo simplemente respondió
- ¡El que alimentes mejor!