26.1.12

El Buda de Barro


En la ciudad de Bangkok, en Tailandia, hay un templo budista pequeño, allí se encuentra un buda barro ordinario. La estatua del Buda de barro alcanzaba casi tres metros de altura. Durante generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar.

En 1957 un monasterio budista tenía que cambiarse de local, porque se construiría una carretera,  debido al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un sitio más apropiado. Esta delicada tarea le fue encomendada a un reconocido monje, quien, después de planificar detenidamente, comenzó su misión.

Fue tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y cayó, agrietándose en varias partes. Preocupados, el monje y su equipo decidieron pasar la noche meditando sobre las alternativas. Fueron unas horas largas, oscuras y lluviosas.

Ya caída la noche, el monje fue a chequear los daños que había sufrido la imagen de barro. De repente, al observar la escultura resquebrajada, cayó en cuenta que la luz de su vela se reflejaba a través de las grietas de la estatua. Pensó que eran las gotas de lluvia. Se acercó a la grieta y observó que detrás del barro había algo, pero no estaba seguro qué.

Tomo cincel y un martillo: comenzó a romper el barro, descubriendo que debajo se escondía un Buda de oro sólido de casi tres metros de altura. Durante siglos este hermoso tesoro había sido cubierto por el ordinario barro.

Los historiadores hallaron pruebas que demostraban que, en una época, el pueblo Iba a ser atacado por bandidos. Los pobladores, para proteger su tesoro, lo cubrieron con barro para que pareciera común y ordinario. El pueblo fue atacado y saqueado, pero el Buda fue ignorado por los bandidos.

Después, los sobrevivientes pensaron que era mejor seguir ocultándolo detrás del barro. Con el tiempo, la gente comenzó a pensar que el Buda de Oro era una leyenda o un invento de los viejos. Hasta que, finalmente, todos olvidaron el verdadero tesoro porque pensaron que algo tan hermoso no podía ser cierto.
Arriésgate a ver tu vida a través del barro y te darás cuenta de que dentro de ti existe un gran tesoro que espera ser descubierto.

2.1.12

Del Tiempo


Flickr: Rufino Uribe 

Hay dos días en cada semana que no deben de preocuparnos, dos días que no deben de causarnos ni tormento ni miedo.

Uno es el AYER, con sus errores e inquietudes, con sus flaquezas y desvíos, con sus penas y tribulaciones; el ayer se marchó para siempre y está ya fuera de nuestro alcance. Ni siquiera el poder de todo el oro del mundo podría devolvernos el ayer.

No podemos deshacer ninguna de las cosas que ayer hicimos; no podremos borrar ni una sola palabra que ayer dijimos. El ayer se marcho para no volver.

El otro día que no debe de preocuparnos es el MAÑANA, con sus posibles adversidades, dificultades y vicisitudes, con halagadoras promesas o lúgubres decepciones; el mañana está fuera de nuestro alcance inmediato.

Mañana saldrá el sol, ya para resplandecer en un cielo nítido o para esconderse tras densas nubes. Pero saldrá. Hasta que no salga no podemos disponer del mañana, porque todavía el mañana esta por nacer.

Solo nos resta un día: HOY. Cualquier persona puede afrontar las refriegas de un solo día y mantenerse en paz. Cuando agregamos las cargas de esas dos eternidades: el ayer y el mañana, es cuando nos inquietamos.

No son las cosas de hoy las que nos vuelven locos. Lo que nos enloquece y nos lanza al abismo, es el remordimiento o la amargura por algo que aconteció ayer y el miedo por lo que sucederá mañana.

Por suerte podemos vivir con un solo día a la vez para mantenernos saludables y felices. ¡Vive Hoy!

Anónimo