18.9.12

Cuando Aprendas a Considerar Tu Vida

Foto: Memo Vasquez - Espejo
Cuando aprendas a considerar tu vida y cuanto hay en ella como el milagro que es, comprenderás enseguida que quejarse es desperdiciar el milagro que eres. 

Cada instante que pasas disgustado, desesperado, angustiado, furioso o dolido a causa del comportamiento de otra persona es un instante en el que renuncias al control sobre tu vida. 

Obsérvate a ti mismo y a los demás en este mundo disparatado, y después decide que es mejor, pasear por ahí la rabia o desarrollar un sentido del humor que te proporcionará a ti y al prójimo el más preciado de todos los dones: La Risa. 

En la vida todo es paradoja. Cuanto más desees la aprobación, más contundente será la negativa de los demás a aprobarte; cuanto menos te importe el que te aprueben o no, más aprobación conseguirás. 

Cuando alcanzas suficiente paz interior y te sientes realmente positivo, es prácticamente imposible que otra persona te controle y te manipule. 

Si eres feliz, si vives cada momento aprovechando al máximo sus posibilidades, entonces eres una persona inteligente. Si crees totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus posibilidades. 

En verdad no puedes crecer y desarrollarte si sabes las respuestas antes que las preguntas. No necesitas admitir a nadie en tu vida a menos que llegue cargado de afecto y armonía. 

El progreso y el desarrollo son imposibles si uno sigue haciendo las cosas tal como siempre ha hecho. No dejes que los planes que tienes para ti sean más importantes que tú mismo. 

¡Vive! ¡Ama! ¡Se Feliz!

Wayne W. Dyer

15.9.12

México Creo En Ti


México
Foto: Memo Vasquez
http://www.flickr.com/photos/el_memo/
México, creo en ti,
como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía,
y sin embargo ríes demasiado,
acaso porque sabes que la risa
es la envoltura de un dolor callado.

México, creo en ti,
sin que te represente en una forma
porque te llevo dentro, sin que sepa
lo que tú eres en mí; pero presiento
que mucho te pareces a mi alma,
que sé que existe, pero no la veo.

México, creo en ti,
en el vuelo sutil de tus canciones
que nacen porque sí, en la plegaria
que yo aprendí para llamarte Patria:
algo que es mío en mí como tu sombra,
que se tiende con vida sobre el mapa.

México, creo en ti,
en forma tal que tienes de mi amada
la promesa y el beso que son míos,
sin que sepa por qué se me entregaron:
no sé si por ser bueno o por ser malo
o porque del perdón nazca el milagro.

México, creo en ti
sin preocuparme el oro de tu entraña:
es bastante la vida de tu barro
que refresca lo claro de las aguas
en el jarro que llora por los poros
la opresión de la carne de tu raza.

México, creo en ti,
porque creyendo te me vuelves ansia
y castidad y celo y esperanza.
Si yo conozco el cielo, es por tu cielo,
si conozco el dolor, es por tus lágrimas
que están en mí aprendiendo a ser lloradas.

México, creo en ti,
en tus cosechas de milagrerías
que sólo son deseo en las palabras.
Te consagras de auroras que te cantan
¡y todo el bosque se te vuelve carne!,
¡y todo el hombre se te vuelve selva!

México, creo en ti,
porque nací de ti, como la flama
es compendio del fuego y de la brasa;
porque me puse a meditar que existes
en el sueño y materia que me forman
y en el delirio de escalar montañas.

México, creo en ti,
porque escribes tu nombre con la equis,
que algo tiene de cruz y de calvario;
porque el águila brava de tu escudo
se divierte jugando a los volados
con la vida y, a veces, con la muerte.

México, creo en ti,
como creo en los clavos que te sangran,
en las espinas que hay en tu corona,
y en el mar que te aprieta la cintura
para que tomes en la forma humana
hechura de sirena en las espumas.

México, creo en ti,
porque si no creyera que eres mío
el propio corazón me lo gritara
y te arrebataría con mis brazos
a todo intento de volverte ajeno
sintiendo que a mí mismo me salvara.

México, creo en ti,
porque eres el alto de mi marcha
y el punto de partida de mi impulso.
¡Mi creo, Patria, tiene que ser tuyo,
como la voz que salva y como el ancla...!
 
Ricardo López Méndez