29.3.11

Fabula: La Renovación Águila



Más de una vez la naturaleza nos revela toda su sabiduría. Vamos a buscar inspiración en uno de los animales más majestuosos que Dios fue capaz de crear... el Águila.
De entre todas las aves, el águila es la que posee la mayor longevidad pudiendo llegar a los 70 años. Pero para llegar a esa edad, a la mitad de su vida tiene que tomar una seria y difícil decisión.

Eso porque en esa edad, sus uñas se tornan frágiles, débiles y flexibles, se doblan con facilidad y no consigue aferrar a sus presas de las cuales se alimenta. Su pico, alargado y puntiagudo se encorva. Sus alas se encuentran envejecidas y pesadas por la tortura del tiempo, dificultan su vuelo. Tomando el acto natural de volar en una tarea casi imposible.

En ese momento el Águila tiene solo dos alternativas:
Aceptar morir ó enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 largos días.
En caso que escoja la segunda alternativa tendrá que encontrar todas las fuerzas del mundo para volar a la montaña más alta y refugiarse en un nido, próximo a una pared rocosa, donde no necesite volar.

Vencido ese primer desafío, el águila comienza a golpear con su pico la roca, hasta que consigue arrancárselo por completo. Después de este grande y doloroso sacrificio, ella espera pacientemente a que ese pico renazca nuevamente, pues con el tendrá que arrancar todas las uñas hasta eliminarlas por completo. Cuando las nuevas uñas comienzan a crecer, el Águila continúa su proceso de renovación, arrancando todas las viejas y pesadas plumas.
Pasado los cinco meses habrán pasado para ello, ella saldrá para alzar el tan esperado vuelo de renovación, lista para vivir la segunda parte de su existencia.

En nuestras vidas, ¿cuántas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo para que también podamos comenzar un difícil proceso de renovación?
Para que podamos volar a través de nuevos y diferentes desafíos, debemos desprendernos por completo de nuestros recuerdos, costumbres, vicios y tradiciones. Consientes del doloroso sacrificio que tenemos que hacer, solamente libres de un inmenso peso de las glorias y victorias del pasado podremos disfrutar del valioso significado de la renovación.

La historia de las águilas y los hombres es muy parecida, ambos tienen que vencer difíciles obstáculos; en el transcurso de nuestras vidas, ambos tenemos que tomar decisiones que irán a determinar la altura y la grandeza de los seres vivos,

La libertad es una conquista, el presente un premio y la renovación es el único, ¡EL ÚNICO CAMINO PARA LLEGAR A NUESTROS OBJETIVOS!

24.3.11

Cargar el Venado



Estaba un hombre a la orilla del camino sentado en una piedra, bajo la sombra de un frondoso árbol; se le miraba triste y meditando cabizbajo. Casi, casi a punto de soltar el llanto. Así lo encontró su compadre y amigo de toda la vida, quien al verlo en semejante situación, le preguntó cuál era el motivo para estar en una situación tan desesperante.

- Compadre, ¡la desconsiderada es mi mujer! Ella es la culpable de mi situación. Esta noche la desaparezco; pero de que se muere, se muere.
- No diga eso compadre, mejor dígame por que la quiere matar; a lo mejor yo puedo ayudar a encontrar una mejor solución al problema.

El compadre después de respirar profundo y conseguir la calma, empezó su relato:
- Mire compadre, usted sabe que somos muy pobres y en mi humilde rancho la única forma de acompañar los fríjoles es con un pedazo de carne que consigo en el monte cuando salgo de cacería. Me voy con mi escopeta, paso varios días de penalidades, arriesgándome con los peligros del monte, esquivando víboras y animales salvajes, soportar la terrible comezón que me producen las garrapatas, los piquetes de mosquitos, aguantar el frío de las noches que se mete hasta los huesos. Luego, por fin, si la suerte me socorre, logro cazar un venado; pero aún así, tengo que cargarlo a mis espaldas todo el largo camino de regreso al pueblo y subir la cuesta de la loma hasta llegar a mi casa. Todavía no termino de llegar, cuando aparece mi señora con el cuchillo en la mano e inmediatamente empieza a repartir el venado entre los vecinos y sus familiares. Que una pierna pa'doña Juana, que otra para doña Cleo, que este lomito pa'mi mamá, que las costillitas pa'mi hermana, que esto pa'llá y a los dos o tres días de nuevo sin nada que comer el tonto, otra vez de cacería. ¡Pero ya me cansé y esta noche la mato!

El compadre después de meditar un momento, le dió la solución:
- No sea tonto compadre, Invite a su mujer a cargar el venado.
- ¿Qué?
- Sí llévese la comadre de cacería, no le diga las penurias que pasa para llevar el venado a casa. No le hable de los caminos empredrados, ni los mosquitos, ni los peligros, ni del frío. Invítela a la cacería para que disfruten juntos de los bellos paisajes, del esplendor de las estrellas que cobijan la noche, de los manantiales cristalinos que reflejarían románticamente sus imágenes, de la graciosa manera en que caminan los venados, como si fueran bailarines de ballet; del dulce canto de los grillos y pájaros silvestres ... en fin, píntele bonita la cosa.

El compadre siguió el consejo y por su puesto la convenció. Ella, entusiasmada fue con falda larga hasta el tobillo, que poco a poco se le desgarraba con las púas en el camino; la blusa le quedó toda dañada, los zapatos se le rompieron por las piedras y las espinas la hicieron sangrar. El cabello se le maltrato: le quedó tieso como estropajo. Se le pegaron por todas partes garrapatas y bichos. Las manos llenas de ampollas y llagas que se le hicieron al abrirse paso entre el espeso monte y estuvo a punto de sufrir un infarto al toparse con una enorme víbora.

Por fin, después de tantos martirios encontraron un venado. El hombre sigiloso se acerco a su presa, localizó el blanco justo para liquidar al escurridizo animal; con agilidad pasmosa disparó y el venado cayó muerto. La mujer no cabía de júbilo pensando en que su sufrimiento había terminado, pero no era así.

- Ahora mi amor, quiero que cargues el venado para que veas lo bonito que se siente.

Le dijo el hombre masticando con una expresión rabiosa cada una de sus palabras. La mujer casi se desmaya ante la mirada asesina de su marido, pero ante la desesperación por regresar a sus casa, ni para que protestar, cargó el venado en su espalda hasta su casa. Casi muerta con las piernas temblando, jadeando y a punto de reventarle el corazón; llegó y tiró el animal en la sala de su casa.

Sus hijos y vecinos salieron a recibir a la pareja de cazadores y acostumbrados a la repartición, gritaron con alegría:
- ¡ Vamos a repartir el venado!

La mujer tirada en el piso, hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar la cabeza y con los ojos inyectados de sangre, miró a los vecinos y tomando aire hasta por las orejas, les gritó:
- Al que toque este venado, ¡LO MATO!